Versos relajados de ti.
Versos olvidados en la inmensidad del
infinito vivir.
Puedo escribirte versos dorados en
esta mañana extraña, bordada con hilos de tristeza
Puedo escribirte la poesía más melosa
y que no te enteres.
Puedo regalarte dulces en palabras.
Puedo leerte los poemas más
románticos del mundo.
Pero no puedo tenerte y lo de más se
desvanece como el frio helado de tu corazón invernal.
Corazón al que podría darle todo de
mi vocablo y aun así no lo sentirías, no caería una lágrima de derretimiento.
Corazón obsoleto.
Corazón en desuso, ábrete para así
nutrirte.
Presagios naturales y místicos piden
abordarte, quieren volverte paupérrimo de ideas, para que solo fluya tu ser
puro.
Plumereando el polvillo de tu
intoxicación es que te sentirás libre, virgen y limpio.
Innata sos.
Estas.
Vigente serás.
Marcaste un principio que no parara
de descubrirse jamás.
Presagio fácil a mi personalidad
vulnerable de maldad.
Calificaste mi ser.
Lo titulaste.
Le diste deformidad en mi ya amorfa
vida.
Otra noche embebida en acción.
Acción agresiva de maniaco árbol
moviendo sus hojas en agitada tormenta de verano.
Ráfagas suculentas e inhibitorias.
Así era la noche, movida de violencia
y gritos suburbiales.
Tarde tímida de sol vergonzoso que te
cubre en las brillosas aguas.
Altos arboles serenos pero despiertos
de accionar.
Ráfagas esporádicas.
Mirábamos cómplices la aventura que
no fue.
Miraba tratando de dibujarlo, pero la
risa me abordaba, los nervios soltaban sonrojos.
Caras y más caras me rodean en la
ardida tarde.
Muchas voces y barullo avecinan mi
cabeza.
Tormenta que asomaba poblada de
miedo.
Temor ansioso de asustar.
Iluso de destruir.
Manzano inmaduro que no te dejas
morir.
Profetizaste mis cantares.
Le diste vida a mis palabras ahora
inimaginablemente bellas.
Descanso, duermo, cierro los ojos y
pienso.
Y cumulo de lagrimas llegan.
probando probando
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