Era tan pedante ser yo, que a veces me empalagaba escuchar hasta mi propia voz.
Me agotaba pensar en mí, hablar de mí, y resolverme a mí.
Analizaba hasta mis lados más oscuros y pendencieros como los más claros y simpáticos. Resolverme era costumbre desde hacía algunos años.
Mi personalidad estaba repleta de antinomias, aunque también podía sentirse como una capacidad de versatilidad.
Mi mente era discrepancia pura, aunque la mente es netamente discrepancia. Lo que pensamos, vemos, y sentimos, hoy, mañana, pasado o en años puede cambiar, o no. De eso se trataba el mundo, si la gente mutaba, el planeta cambiaba, y casualmente siempre para bien, a escasas excepciones, ¿no?
La clave estaba en no regirse por normas, ni reglas, si se cree (y mejor aún si se tiene la certeza) que se está haciendo bien lo que se hace.
Es fácil acatar órdenes de una autoridad, todos tenemos alguien por encima nuestro, el quid está en que esas autoridades estén dirigiendo correctamente a la masa o individuo. Siempre hay un superior, desde que nacemos, nuestros padres lo son.
Si un hermano “menor” viene en camino, para éste, serán autoridad primero sus padres y luego el hermano mayor.
Al comenzar la integración socio-educacional tenemos superiores, que lo son (en primera instancia) por tener más años y luego por tener una profesión titulada.
Respetamos al viejito o viejita de vecinos o a un desconocido en un almacén, solo por ser mayor en edad.
Si a la universidad vamos, siguen siendo autoridad tus profesores, y vos el discípulo que acata órdenes y exigencias que ellos ya pasaron.
Cuando trabajamos, empleamos tareas que demanda tu superior y autoridad.
Entonces…
¡Por suerte existe la renuncia!
Renuncia a los abusos de autoridad, siempre que sientas que esas autoridades no están haciendo bien las cosas.
Cuando crecemos e “independizamos” somos mayores y autoridades de nuestros hijos, aunque nuestros padres lo sigan siendo en menor medida.
Mirando la tele pensaba…
Cuanta gente creyendo ser autoridad pedía deshumanizadamente que se aplique y rija la pena de muerte.
¡¡Un retroceso en la psiquis de la población!!
Matar parecía la solución y no un problema sociológico más.
Asesinar a una niña de 6 años, de 12, adolescente de 17, un adulto de 50 o un viejo longevo era lo mismo!!!!!! Se quitaba y robaba el derecho de vivir inretornablemente. Matar torturando, o solo dando un balazo sin sufrimiento, era lo mismo. Si una niña de 6 no tendría jamás su primer beso, quizá un señora de 50 no podría ver a su primer nieto o a su hija o hija recibido o trabajando. O un pibe de 16 no manejaría un auto por primera vez. ¿Y hablan de primeras veces? Las primeras veces son para todos, y todas, siempre las hay. Si era un encargo, mafia, o al azar, da lo mismo, la muerte.
Escuchar y leer semejantes aberraciones hiso hacerme sentir que hay gente que no entendió nada, y retrocedimos veinte peldaños.
¡Que locura!
Años de aprendizaje.
Años de disociar lo bueno de lo malo.
Años de desenmascaraciones.
Años de guerras.
Presentes cruentos aunque por suerte escasos.
Luchas por la PAZ mundial.
Años de lucha por los derechos humanos, nobeles de paz, derechos del niño, derechos de los animales, el derecho por sobre todo a la vida.
A María Teresa de Calcuta se le caerían lágrimas de oír a esta gente, Gandhi seguiría de huelgas, y quienes comandaron dictaduras y genocidios, creerían pensar que no se equivocaron, que nada malo hicieron… y que hay más gente perversa como ellos.
Los otarios y otarias de medios de comunicación instalan frases huecas y erróneas, escupidas impulsivamente, como:
¡El que mata tiene que morir!
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Al que mata debemos darle el derecho de vivir con su enfermedad, que sea tratado y solidarizado por médicos y carcelarios. Y claro, también, de vivir, de mamar, de sufrir (si se quiere el termino, sin mal interpretar) con el dolor, porque ya su castigo en la vida es quitarle la vida a otra persona. La muerte es el fin, es la solución, para nuestras vidas, lindas o feas, tormentosas o calmas. ¿Qué sentido tendría morir? YA ESTÁ.
O seguro que sos católico, y como crees en un cielo y un infierno confías en que ahí será torturado como para vos se merece.
Debería reconocer que jamás me arrancaron la vida de un ser querido, pero si esto sucediera, matar al que lo hiso no me lo devolvería al fallecido y peor aún, me haría un mujer vengativa. Ese es un rasgo que por suerte mi personalidad nunca sintió. La venganza es amiga del odio, y yo nunca supe odiar, solo olvidaba o cargaba con el dolor y la desilusión.
También se oyen cosas como:
“Matan porque están drogados”
El drogadicto es un enfermo que sufre algún tipo de adicción en este caso a algún tipo de droga, como el alcohólico adicto al alcohol. Ambos son adictos, pero “personas” curables, o no, pero lo valioso es intentarlo.
Aunque es más sencillo y práctico resolver el problema, y decir:
¡Que lo maten! UNO MENOS
Uno menos en tu escala de valores, y en tu insensibilizada cabeza que desea la muerte en otro ser humano de carne, tejidos, huesos, venas y arterias, dos ojos o uno, una boca con dientes o no, y un corazón (quizás así lo entienden) que late igual que el tuyo. Pero que no tuvo tu suerte e incursionó en ambientes donde no debió y no pudo salir, su castigo fue matar a alguien. Vos querés hacer lo mismo, y ¿seguir con una especie de cadena alimenticia humana?
El que roba lo hace porque puede; yo no puedo, y seguro vos tampoco. Uno puede hacer solo las cosas que se enseñan y a aprenden. El que roba quizás lo aprendió del barrio, los amigos o la familia. Agradece a la vida sobre tus buenos maestros.
¿Vas a la iglesia? Entonces agradécele a Dios, y al mundo, el destino, tu realidad, y disfrútala. No pudiste hacer algo malo, (no es lo que aprendiste) entonces no seas malo.
Al que violó que se la corten, me encanta!!!!!! Pero con anestesia.
O seguro querés un escenario maquiavélico, medieval, paupérrimo y con sangre a borbotones.
Hay médicos que pueden hacer esta tarea, pero tampoco, sábelo, es la solución.
No sean tristes que me llenan de tristeza y decepción.
No escuchen los orates y otarios televisivos, escúchense a ustedes porque solo logran llenar de ira a la sociedad.
Tener dinero, éxito y una cámara parece que da derecho a decir barrabasadas infundadas, pero no cada cosa tiene que ser tomada y avalada sin pensar, porque crees que es autoridad o responsable de tus actos. La plata compra muchas cosas, pero no la inteligencia, el intelecto y el alma repleta de amor.
En un supuesto caso si se aplicara la pena de muerte, o en EEUU! Donde ya rige hace ya algunos años, se debería poner voluntarios. Que se hagan convocatorias solicitando:
¡ ¿Quién quiere poner una inyección letal? !
¡ ¿Quién se ofrece para presionar los botones en la silla eléctrica? !
(VOZ DE MEGAFONO EN LAS CALLES DE LA POBLACION)
¿IRIAS?
O que las victimas de familiares puedan ejecutar los actos y hagan justicia de su justicia.
¿IRIAN?
Deberíamos mandarlos a todos para que sean estudiados por psicólogos, sociólogos, científicos, filósofos y psiquiatras; encuentren cada enfermedad, su grado de amenaza y si precisa ser monitoreado igual que el culpable.
Aquel que desea la muerte es porque no la siente, pero también vive la vida sin sentirla.
Me atemoriza la mente humana, con tanto ciudadano al lado mío al parecer normal.
Espero no corra riesgo la población, si es que hay muchos de éstos.
Maria Eugenia Peralta
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